lunes, 1 de junio de 2015

La Casa de Salud Valdecilla y la Universidad de Verano de Santander. Entrevista de Mario Corral García a Jesús Ferrer Cayón

Jesús Ferrer Cayón es doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Cantabria. Su tesis doctoral lleva por título La instrumentalización política de la cultura durante el primer franquismo: la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Festival Internacional de Santander, 1945-1957 (2012). Es autor prolífico y activo promotor de publicaciones dedicadas a la historia cultural de Santander en su contexto nacional y aun internacional. Entre su obras dedicadas a la Universidad Internacional de Verano de Santander (U.I.) y a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) destacan los siguientes títulos: "La universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP): dos Universidades, dos historias (1932-1979)", en VV.AA., Sociedad "El Sitio", Conferencias. Bilbao, 2013, pp. 133-168; Orígenes y creación del Festival Internacional de Santander (1932-1956), Trabajo de Investigación, Universidad de Cantabria, Santander, 2005; "Verano, franquismo y festivales", Cultura/s, 8-VII-2007, pp. 18-19, etc.

El cuestionario que amablemente ha aceptado contestar aclara la relación entre la Casa de Salud Valdecilla, inaugurada en 1929, y la Universidad Internacional de Verano de Santander, vigente de 1933 a 1936.

(1) ¿En qué año nace la Universidad de Verano de Santander?

En 1932, mediante Decreto de fundación fechado el 23 de agosto1, aunque su primer curso no tuvo lugar hasta el verano de 1933.

(2) ¿Quiénes fueron sus promotores?

 La Universidad Internacional de Verano de Santander (U. I.) pudo ser realidad en 1933 gracias, fundamentalmente, a dos visionarios españoles: el profesor y poeta Pedro Salinas y el intelectual y político Fernando de los Ríos. “¿Es posible que aquel proyecto mío haya sido realidad?”, se preguntaba Pedro Salinas en una carta que envió (al término del estío de 1933) a la profesora estadounidense Katherine Whitmore, en la que continuaba diciendo: “Me he acordado de una tarde de junio, 1932, en la Sierra de Guadarrama. Cinco personas sentadas en la yerba a la sombra de los pinos. Una de ellas el Ministro. (…) Y yo leyendo una hoja de papel, en la que cabía todo el proyecto de la U[niversidad] I[nternacional]”2.

(3) ¿En qué contexto nace?

En el contexto nacional de la Segunda República y en el internacional de la época de entreguerras.

La U. I. no puede entenderse sin la pretensión internacionalista perseguida por la Segunda República desde su proclamación en 1931. España, como había indicado lúcidamente Salvador de Madariaga –Embajador en París y Delegado español en la Sociedad de Naciones-, tenía en su cultura el único elemento que le podía reportar “en el Mundo un rango de potencia de primer orden, si no de gran potencia”3. La U. I. fue, en este sentido, la realización republicana por antonomasia, el proyecto cultural en el que aquel nuevo régimen depositó sus esperanzas para la consecución de tamaño anhelo. En palabras de Pedro Salinas, “la concepción más grande del actual régimen”4. El ministro socialista Fernando de los Ríos, en un discurso pronunciado en el Instituto General y Técnico de Santander, confesaba que este “órgano universitario” estaba llamado a ser “un símbolo de la nueva España”5. Y en el preámbulo del Decreto fundacional -una declaración de intenciones en toda regla-, se afirmaba que “España, en este momento de renacer profundo, a más de fomentar, como lo hace con todo empeño, sus Centros de investigación, puede y deber crear alguna institución que satisfaga exigencias, no sólo nacionales, sino de más vasto horizonte”6. La U. I. nació entroncada en la tradición intelectual principiada por la Institución Libre de Enseñanza (ILE, 1876) y continuada por el Centro de Estudios Históricos (CEH, 1910), organismo del que acabó siendo (dada la ruptura científico-cultural que supuso la Guerra Civil) su ramificación institucional última7, y por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE, 1907)8, gestada para becar al extranjero a estudiantes de postgrado a fin de que completaran su formación científica y regresaran de nuevo a España, es decir, justo al revés de lo que la recién nacida República pretendió al crear la U. I., a saber: atraer todos los veranos a una selección de los profesores y científicos más destacados en las diversas disciplinas para que compartieran sus hallazgos y enseñanzas con un grupo también selecto de docentes y discentes españoles compuesto por entre dos y tres centenares de miembros.

En el plano internacional, la U. I. era heredera de la tradición de pensamiento liberal-europea, a la vez que promotora de una concepción jurídico-política internacionalista, tal y como señaló el ministro Fernando de los Ríos en su discurso de inauguración:

 “(…) ¡Ah, si los españoles meditasen, como debieran hacerlo, sobre el contenido de su historia! Allá a mediados del siglo XVII tiene lugar en Westfalia el primer acto internacional, del cual nació el moderno Derecho internacional. Pero España no estaba en Westfalia. Westfalia representaba una concepción internacional de plenitud para las soberanías nacionales y significaba la falta de sentido y conocimiento de la solidaridad humana.

Ya el pensamiento español, finalizado el siglo XVI, había afirmado que el sentido internacional había de ser otro. Y este espíritu internacional nuevo lo representaba Francisco de Vitoria y Suárez. Este pensamiento es el que está prendiendo hoy en Europa, singularmente para llevarle a un plano de realizaciones. Es decir, no meramente mantener un pluralismo incoordinado, sino la coordinación por base y fin de esta unidad plural que se llama mundo moderno. Esa es la aspiración de España; eso es lo que hoy representa España en el mundo internacional; eso es lo que queremos expresar en el orden de las relaciones culturales por la Universidad de Santander: traer a los hombres que se destacan en el pensamiento puro, sea poético, sea filosófico, sea en el plano de las ciencias aplicadas o de las ciencias teoréticas”
9.

Una aspiración que se comprende mejor dentro del contexto político resultante de la I Guerra Mundial10, en el que la cooperación intelectual fue concebida como un aspecto clave en las relaciones entre los distintos países. Así lo acredita la creación de la “Sociedad de Naciones” (SDN, 1919), un organismo compuesto por 45 países, cuyo objetivo primordial era el de “hacer posible una seguridad colectiva que garantizase la integridad de todos los Estados” y en cuyo seno surgieron: la Oficina Internacional de Educación (1925), primera entidad intergubernamental en el campo educativo, y el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual (IIIC, 1926), entidad que precisamente tomaría parte en el Comité de Estudios encargado de diseñar el programa académico del Curso de 1936 de la U. I., cuya primera edición se había desarrollado en 1933, año en que no por casualidad se celebraron los “Encuentros de Madrid” del IIIC en los que fue formulada la siguiente declaración oficial:

“El porvenir de la cultura, incluso dentro de las unidades nacionales, está eminentemente relacionado con el desarrollo de sus elementos universales que, a su vez, dependen de una organización de la humanidad como unidad moral y jurídica (...). Del intercambio de ideas entre los pensadores modernos debe surgir la verdad que ayudará al mundo a superar la crisis espiritual que atraviesa”11.

El Gobierno republicano había concebido la U. I. en plena sintonía con semejantes aspiraciones, al objeto de situar a España en la vanguardia del uso de la cultura y del intelecto como la vía para garantizar el entendimiento y la convivencia pacífica de los pueblos12. Una pretensión que constataron profesores como Emil Utitz (Universidad de Praga), para quien la U. I. representaba en Europa “el más noble de los esfuerzos por restablecer la concordia espiritual, de que tan necesitados estamos en estos momentos. Concordia espiritual que ha de lograrse mediante el contacto efectivo de los profesores de las diversas nacionalidades europeas”13; o como Johan Huizinga (Universidad de Leyden), para quien “el internacionalismo que se profesaba en la U. I. era de un orden tan práctico como elevado, era el anhelo de todo lo que une a las naciones entre ellas, si bien salvando sus peculiaridades individuales”14.

(4) ¿Existían precedentes en Cantabria?

Sí, ya que según el ministro socialista Fernando de los Ríos, “Santander tenía órganos que hacían posible la Universidad Internacional y un largo proceso de sensibilidad cultural”15. Efectivamente, Santander, aún careciendo de Universidad, contaba en su haber con un poso cultural de referencia: en el ámbito científico, Augusto González de Linares (1845-1904) había fundado en 1886 la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales, es decir, el primer laboratorio de España dedicado al estudio del mar, y, la filantropía del indiano Ramón Pelayo de la Torriente (1850-1932) había hecho posible en 1929 la inauguración de la Casa de Salud Valdecilla, concebida con una orientación hospitalaria predestinada a triunfar en el futuro y con una marcada vocación investigadora y docente, como lo prueban los cursos especiales para médicos y alumnos de últimos cursos de Medicina que desde 1930 organizaba en época estival16; en el ámbito humanístico, el erudito santanderino Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) había legado a la ciudad su excepcional biblioteca -compuesta de 40.000 volúmenes-, a la que desde 1921 acudían estudiantes extranjeros interesados en el aprendizaje del idioma y la cultura españolas17. Un fenómeno este en el que también había resultado decisiva la creación de la Sociedad Menéndez Pelayo (SMP, 1918) y de su Boletín (1919), en cuanto plataformas promotoras de la citada Biblioteca (BMP, 1915), la cual contaba desde sus inicios con la acertada dirección de Miguel Artigas, quien, con motivo de los Cursos de Verano para Extranjeros, había llegado a entablar relaciones institucionales con las Universidades de Berkeley (1919), Liverpool (1921), Hamburgo (1926), Missouri (1927) y Valladolid (1928)18.

Ahora bien, el factor que resultó indudablemente más determinante fue el de las extraordinarias condiciones naturales (belleza del paisaje y clima estival moderado) de Santander y su posición estratégica en la terraza cantábrica peninsular. El propio ministro fundador lo destacó en una entrevista al referirse así al proyecto de la U. I.:

“(…) Santander ofrece para esta obra una situación excepcional, ya que se cuenta con la biblioteca Menéndez Pelayo, la Fundación Valdecilla y la estación de Biología marina y, sobre todo, la situación excepcional de la ciudad, tan atractiva geográficamente. Las posibilidades que ofrece el clima, el sitio y aquellos elementos complementarios de los que le hablo, así como la proximidad del Museo prehistórico que se ha de hacer en Santillana del Mar, son una base inapreciable para el desarrollo eficiente de esta iniciativa”19.

A los elementos ya expuestos, se le unía otro no menos importante, a saber, la orfandad estival regia de la ciudad. El Palacio de la Magdalena se había quedado sin función una vez exiliada la familia real, recuérdese, el principal activo del concurrido y distinguido veraneo santanderino. El Gobierno republicano decidió entonces reconvertir, mediante unas pequeñas reformas, dicho complejo regio en la sede de la U. I., devolviéndoselo a modo de bien sociocultural a los ciudadanos montañeses, quiénes lo habían financiado por suscripción popular para regalárselo en 1912 a los reyes Victoria Eugenia y Alfonso XIII20.

(5) ¿Existían iniciativas paralelas en Cantabria?

En el plano de la docencia estival, Santander contaba con los Cursos de Verano para Extranjeros de la Sociedad Menéndez Pelayo, creados en 1925, y los Cursos de Verano de la Universidad de Valladolid, fundados en 1928 en el Colegio Mayor Universitario de la capital montañesa y destinados a estudiantes españoles que desearan aprender lenguas modernas y estudiar otras disciplinas. Pero debe aclararse que la Universidad Internacional de Verano de Santander (U. I.) fue un proyecto de otra naturaleza, mucho más ambicioso y vinculado a la tarea investigadora y a los Cursos para Extranjeros que desde 1915 comenzaron a organizarse en el madrileño Centro de Estudios Históricos, cuyo director, Ramón Menéndez Pidal, no por casualidad fue el primer rector de la U. I.

En 1933, Santander fue también la ciudad escogida por la Iglesia católica para instalar su particular respuesta al singular proyecto universitario republicano: los Cursos de Verano Católicos, los cuales, ideados por Ángel Herrera Oria -entonces abogado del Estado, periodista y dirigente laical de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP)- como “un elemento más de la ofensiva cultural del catolicismo tradicionalista, como la alternativa confesional a la U. I. -pública, laica y condescendiente con la modernidad-”21, supusieron uno de los primeros ensayos prácticos de la, tan anhelada por la Iglesia, Universidad Católica permanente, a la par que el precedente directo de la Universidad Internacional “Menéndez Pelayo”, es decir, la nueva Universidad Internacional que en 1945 decidiría crear la dictadura del general Franco, en consonancia con los dogmáticos postulados del catolicismo ultramontano.

La programación en 1933 (el mismo año en que empezaba su andadura la U. I.) de estos “Cursos de Verano” en el Colegio Cántabro de Santander, organizados por la Junta Central de Acción Católica en colaboración con el Obispado y la Asociación Católica de Padres de Familia de dicha ciudad, no fue fruto de la casualidad. Estos Cursos habían sido iniciativa de la ACNP22 y, aunque inicialmente nacían con “el fin principal de instruir a un grupo selecto de jóvenes sobre cultura eclesiástica”23, enseguida supusieron un intento serio de convertirse en “una Universidad Católica análoga a las que funcionan en muchos países de Europa y América”24 y que, a modo de alternativa, contrarrestase la modernidad secularizadora de la que la U. I. era flamante exponente en el ámbito de la enseñanza superior y de la ciencia españolas25. El titular y subtitular de El Diario Montañés –periódico local de filiación católica- no dejaban lugar a dudas: “La Universidad Católica de Verano promete ser una de las actividades culturales más importantes de Santander”26. Ya en el interior, se informaba del acto de inauguración de la Universidad y de tres de los cursos (sobre “Liturgia”, “Economía Social” y “Francisco de Vitoria”), en un tono que permitía intuir la línea ideológica de los organizadores:

“(…) Sobre el horizonte se atisban realmente indicios fúlgidos de alborada. Se está desvaneciendo el caos ideológico y moral producido por la invasión pagana del Renacimiento. El individualismo filosófico y social son ya quiebra absoluta. Sus prohijaciones inmediatas: el capitalismo y el marxismo, trasponen rápidamente las cumbres del espíritu. Mientras, el Catolicismo, faro perenne de la Humanidad, empieza a destellar de nuevo sobre las mentes los haces luminosos que la Resurrección hubo de verter sobre los montículos de Palestina”27.

(6) ¿Qué papel jugó la Casa de Salud Valdecilla en el nacimiento de la Universidad Internacional de Verano de Santander?

Resultó fundamental, ya que los contenidos impartidos en la U. I. fueron articulados dentro una estructura académica que, diseñada por Ortega y Gasset y Xavier Zubiri (miembros del Comité de Estudios de la U. I.), estaba compuesta de una “reunión científica”, una docena de “cursos universitarios (generales y específicos)”, una serie de “cursos especiales de la Casa de Salud Valdecilla”, cuatro “cursos de Humanidades Modernas (civilizaciones francesa, italiana, inglesa y alemana) y el “curso para Extranjeros” que se venía impartiendo en la Sociedad Menéndez Pelayo.

Los cursos especiales de la Casa de Salud Valdecilla se venían impartiendo en el Instituto Médico de Postgraduados del propio centro hospitalario (dedicado a facilitar la especialización médica) desde hacía tres años, y el Comité de Estudios, con acertadísimo criterio, decidió incluirlos bajo su patrocinio en la programación general de la U. I., pues se trataba de uno de los centros hospitalarios de mayor prestigio de España, tanto en lo relativo a la asistencia médica como en la formación de especialistas (Valdecilla incluía también una Escuela de Enfermeras, reconocida oficialmente por el Ministerio de Instrucción Pública e incorporada a la Universidad de Valladolid), que además había resultado determinante, junto a la Biblioteca Menéndez Pelayo y la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales, a la hora de fijar por parte del Ministerio de Instrucción Pública la sede de la U. I. en Santander, tal y como lo confesaban insistentemente el ministro socialista Fernando de los Ríos y el ideólogo del proyecto Pedro Salinas. La colaboración estrecha entre ambas instituciones hizo que los Cursos de especialización ganaran en importancia y, entre el 10 de julio y el 2 de septiembre de 1933, doctores de la talla de Marañón, Río Hortega, Jiménez Díaz, Isidro de la Villa, Bañuelos, Pi y Suñer conformaron, junto a los M. H. Roger, Aschoff, Thannhauser y Nicola Pende, y a las figuras del propio centro hospitalario como Díaz Caneja -entonces director-, Téllez Plasencia o J. Lamelas, entre otros, un plantel docente de campanillas. Los criterios que guiaban la elaboración de la programación de aquellos cursos eran dos: revisar los temas de mayor interés para la Ciencia Médica presente y potenciar el aprovechamiento de los medios técnicos excepcionales con los que Valdecilla había sido dotada. El curso “Anatomía patológica de tumores” impartido por el doctor Pío del Río Hortera, director del Instituto Nacional de Oncología de Madrid, es un buen ejemplo que ilustra el espíritu visionario que envolvió aquel tipo de enseñanzas28.

(7) ¿Y qué papel en su desarrollo?

Fundamental, ya que los “Cursos especiales de la Casa de Salud Valdecilla” estuvieron destinados a especialistas afanados en profundizar en ramas específicas (Anatomía patológica, Hematología clínica, Bacteriología clínica, Histopatología cutánea, Estomatología, Obstetricia, Cardiología, Ginecología, Neurología y Psiquiatría, Otorrinolaringología, Fisiología experimental, Dietética y trastornos nutritivos de la primera infancia, Bioquímica del metabolismo, Urología, etc.) de la Ciencia Médica. Cursos que además fueron de las pocas actividades científicas de la Universidad Internacional de Verano de Santander (U. I.) que tuvieron continuidad en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) creada en 1945 en el franquismo. Valdecilla siempre estuvo presente en la UIMP y contribuyó no poco a dotarla de prestigio científico, ya que a sus Cursos solían acudir docentes extranjeros que resultaron determinantes en el futuro de muchos profesionales. Testimonios como el expresado en fechas recientes por el eminente cardiólogo Valentín Fuster, así lo avalan: “Soy investigador gracias a Santander. Cuando terminé la carrera en 1960, acabé frustrado por la educación, ya que no recibí ningún estímulo por la investigación. Entonces obtuve una beca para asistir a un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en una sesión de neurología recobré el estímulo suficiente para irme fuera [de España]”29. Además, Valdecilla sigue estando presente en las programaciones académicas de la UIMP.

(8) ¿Hubo una Universidad de Invierno o al menos se planteó su creación?

No la hubo pero sí se planteó desde las páginas de Economía Montañesa (nº 52, marzo de 1952), el Boletín de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Santander, en donde podía leerse un editorial con su correspondiente artículo en el que, bajo el pretexto de exponer con detalle el proyecto para la construcción de una Ciudad Universitaria que sirviera de residencia definitiva de la UIMP en Las Llamas, zona virgen “próxima a la Segunda Playa del Sardinero, que limitaba al sur con la Avenida de los Castros”30, se planteaba abiertamente la posibilidad de que la Universidad “ampliase su vida activa extendiéndola también a los meses de invierno”, en virtud de “las ventajas que en el orden estrictamente económico reportaría para Santander”31.

Aunque no fue hasta la entrada en funcionamiento en 1966 de la Escuela Técnica Superior (ETS) de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, cuando Cantabria (entonces Provincia de Santander) se incorporó al mundo universitario español, pues el origen de dicho centro estuvo ligado al proceso que culminó en 1972 con la creación del distrito universitario santanderino y, por ende, de la Universidad de Santander (US) -Decreto 2.556/1972 del 18 de agosto, publicado en el BOE el 30 de septiembre-.

(9) ¿Cómo afectó el golpe de estado de 1936 a la Universidad de Verano de Santander?

En palabras de Julián Marías, la U. I. acabó sus días “(…) barrida por el viento siniestro de la Guerra Civil, cuando apenas había pasado de ser un ensayo y una promesa”32.

La U. I. tuvo una corta pero intensa vida: 1933 y 1936 acotan cronológicamente las cuatro convocatorias universitarias estivales que ésta institución científico-cultural pudo celebrar, la última de las cuales tuvo como telón de fondo el fracaso del golpe de estado franquista y el estallido de la Guerra Civil. Era el tiempo en que en Europa, como describió el que fuera uno de los secretarios adjuntos de Pedro Salinas y eminente jurista, Emilio Gómez Orbaneja, “nuevos nacionalismos –pero con viejos y acrecentados rencores- apuntaban ya amenazas que nadie hubiera podido todavía medir”33. Y la U. I., impregnada de la libertad y el humanismo que desde comienzos de siglo venía sembrando con tanta generosidad en nuestro país la JAE, a juicio de Orbaneja, “ofreció a hombres eminentes de muchos países una libertad en el intercambio de la cultura que no había de durar”34.

Un relato que permite conocer lo acaecido aquel fatídico estío en las aulas de La Magdalena, puede leer El fin de una gran esperanza. 1936: El último curso en la Universidad Internacional de Verano de Santander, de Augusto Pérez-Vitoria, discípulo del reputado Enrique Moles y último catedrático de Ciencias Químicas antes de la guerra civil.

(10) ¿Qué pasó con los alumnos embolsados?

Sabemos que José María Corbín Ferrer, Guillermo García Leal de Ibarra, Emilio García Pérez, César González Tejerina, José Luís Martín García de Castro y Vicente Vallejo Angulo, estudiantes del último curso de la U. I., murieron en el Alfonso Pérez, el buque-prisión que las fuerzas leales a la República tuvieron fondeado en la bahía de Santander al que fueron a parar dichos alumnos al finalizar el Curso de 1936 debido a sus repetidas manifestaciones públicas de simpatía al general Franco. Estos chicos fueron asesinados, entre centenar y medio de víctimas más, como venganza al bombardeo indiscriminado que la aviación franquista había efectuado el 27 de diciembre de 1936 sobre barrios obreros de Santander causando sesenta muertos (una suerte de “Guernica” de la capital montañesa del que apenas se habla).

Además del referido testimonio de Pérez-Vitoria, contamos con el Informe que el entonces rector de la U. I., Blas Cabrera Felipe, presentó ante Lequerica, el Embajador de España en París, con el fin de esclarecer lo acaecido aquel fatídico verano en La Magdalena. En dicho Informe, que se halla en el “Expediente de depuración de Blas Cabrera Felipe”, en el Archivo General de la Administración (AGA), Sección de Educación (cuando yo lo consulté estaba pendiente de catalogar), Cabrera cuenta como organizó la expedición de evacuación de La Magdalena, coincidiendo con el final de aquel Curso el 4 de septiembre de 1936, ya que la ubicación peninsular de la U. I. y las gestiones del rector con las autoridades republicanas les había permitido permanecer aislados y libres de la espiral de violencia que todo enfrentamiento civil acarrea.

Cabrera también relató en una carta a Ortega y Gasset lo sucedido con los chicos tristemente asesinados:

 “(…) a la media hora de que yo terminase la acostumbrada conferencia de fin de curso se presentó la policía para hacer un registro en las habitaciones de dichos muchachos, a quienes se llevaron diciendo que había encontrado documentos o insignias que comprobaban su condición de fascistas. Algo debía existir porque algún compañero después me trajo otras cosas que ellos habían encontrado en un registro posterior para evitar que aparecieran en otro oficial. Inmediatamente fuimos Gaos y yo a interceder por ellos quitando importancia a la acusación. No tuvimos éxito completo, pero se nos dijo que elevásemos un recurso a una especie de tribunal de amparo que se había constituido para devolver la libertad a los detenidos por una equivocación. De acuerdo con el fiscal Gaos redactó el recurso que firmé yo y me parece que también él, naturalmente exculpando a los chicos y respondiendo de ellos hasta donde era posible. Se reunió el referido tribunal y se denegó la excarcelación, diciéndonos que el juicio definitivo se celebraría cuando le tocara el turno, que no sería antes de algunas semanas. Si esperábamos, a más que agotar los recursos de que disponíamos para el viaje, exponíamos a las 130 personas que saldrían con nosotros a descalabros parejos pues existían muchos que podrían ser acusados con igual motivo. Yo no creí que podía hacer esto, aunque de hecho mi misión de Rector había acabado. (…)”35.

Fernando Chueca Goitia, alumno de aquella fatídica U. I., también dejó su testimonio en su libro de memorias, al igual que Jaime Salinas, hijo del poeta, en Travesías.

En lo concerniente a los profesores y estudiantes extranjeros, la mayoría habían sido evacuados en barcos y submarinos de guerra de diversas naciones.

(11) ¿Cuándo se retomaron los cursos?

En 1938, en plena Guerra Civil, la Sociedad Menéndez Pelayo (SMP), bajo patrocinio del Ministerio de Educación Nacional del bando sublevado y golpista del general Franco, convocó de nuevo un Curso de Verano para Extranjeros en Santander, dando comienzo así a una “nueva época” que, protagonizada por el Movimiento Nacional, recuperaba una arraigada tradición en la capital montañesa36. Esta iniciativa de talante tradicionalista y católico cristalizaría en 1945 con la creación de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, un proyecto franquista completamente divergente al de la primigenia U. I., pues sus antecedentes se encontraban en la pretendida Universidad Católica que había ideado Ángel Herrera Oria; es decir, en los Cursos de Verano del Colegio Cántabro de Santander que la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP) había organizado entre 1933 y 1936 con el fin de contrarrestar la actividad modernizado y progresista de la U. I.37.

(12) ¿Dónde y por cuánto tiempo?

 Los “Cursos para Extranjeros” en Santander del Ministerio de Educación Nacional, bajo el patronato de la Sociedad Menéndez Pelayo, se desarrollaron entre los años 1938 y 1946, ambos inclusive, pues aunque el Decreto de creación de la Universidad Internacional “Menéndez Pelayo” (UIMP) fue publicado el 10 de noviembre de 1945, ésta como tal no comenzó a funcionar a efectos reales hasta el verano de 1947.

 (13) ¿Qué nombre adoptó el proyecto tras la guerra?

Carece de precisión histórica continuar considerando a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) como si de una única Universidad se tratara. La UIMP, así rebautizada por el franquismo en 1945, fue una refundación de la primigenia Universidad Internacional de Verano de Santander (U. I.)38, fundada39 en 1932 por el primer Gobierno de la II República (el de la Conjunción Republicano-Socialista). Ambos centros, la U. I. y la UIMP, eran herederos de dos planteamientos pedagógicos entroncados en sendas tradiciones de pensamiento antagónicas: la liberal-europea y laica y la conservadora-nacional y católica, respectivamente40. Además de responder a objetivos político-estatales completamente divergentes, pues mientras que la U. I. fue ideada para integrar de nuevo a España en el panorama científico internacional y en la vida cultural europea, la UIMP, en cambio, lo fue para contrarrestar el aislamiento diplomático que sobre la dictadura del general Franco pesaba desde que acabara la II Guerra Mundial.

En palabras del profesor Ortega Valcárcel, el Decreto de creación de la UIMP era:

“un remedo del que dio origen a la Universidad de la República: vaciaba de contenido los objetivos con que aquella había nacido, introducía el condicionamiento ideológico de una cultura entendida desde la óptica nacionalista, establecía limitaciones intelectuales acordes con los presupuestos del nuevo Estado, pero significaba, a la postre, el mantenimiento de un lugar prestigiado en el que, se mantenía el contacto temporal con algunos representantes de la cultura moderna internacional”41.

Representantes que, en su mayoría, provinieron del ámbito del catolicismo conservador europeo y latinoamericano. La UIMP, por tanto, fue una creación genuina del franquismo y no una recreación42 de la U. I., sino de los mentados Cursos de Verano Católicos del Colegio Cántabro. Es en estos -y no en la U. I.- donde se halla la prehistoria de la UIMP. De hecho, su creador, Herrera Oria, reconoció abiertamente su implicación en la puesta en marcha de la UIMP tras un viaje suyo por Italia, Suiza y Portugal, efectuado en 194543.

(14) ¿Existe buena bibliografía sobre la universidad de Verano de Santander o todavía queda mucho por hacer?

Existe una bibliografía bastante considerable aunque muy desigual en cuanto a su tipología y calidad se refiere. La UIMP, como la mayoría de las instituciones culturales españolas, tiene todavía pendiente de publicar una investigación en la que analiza el significado de la Institución desde el punto de vista histórico (atendiendo a su organigrama y contenidos), ya que la mayor parte de los estudios publicados tienden más al tratamiento en forma de crónica, a una sucesión de hechos y relatos presentados de manera más o menos ordenada y sin analizar dentro de su contexto. En esta tarea estuve trabajando entre los años 2006 y 2012, fruto de un convenio de investigación que firmaron la UIMP y la UC, y de posteriores trabajos de investigación que continué realizando para la UIMP por cuenta propia. El resultado fue La UIMP (1932-1979): Ciencia, cultura y vida intelectual en España, trabajo de algo más de setecientas páginas que, por motivos ajenos a mi voluntad y que desconozco, el actual rector de la UIMP decidió no publicarlo, pero que yo debo hacerlo en un futuro próximo.

BIBLIOGRAFÍA

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-CRESPO LÓPEZ, Mario: El 27 y la Universidad Internacional de Santander (1932-2008), Fundación Gerardo Diego (Centro de Documentación de la Poesía Española del Siglo XX), Santander, 2009; En una misma historia. La UIMP y Cantabria a través de sus protagonistas y principales acontecimientos, Consejería de Educación de Cantabria, Santander, 2006; Pablo Beltrán de Heredia y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, UIMP, Santander, 2010.

-FERRER CAYÓN, Jesús: “El Santander europeo del siglo XX: sociedades e instituciones culturales”, en VV.AA., Santander como ciudad europea: una larga historia / F. Gómez Ochoa (ed.), Publican-Ediciones de la Universidad de Cantabria, Santander, 2010, pp. 124-161; La instrumentalización política de la cultura durante el primer franquismo: la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y el Festival Internacional de Santander, 1945-1957, Tesis doctoral-Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cantabria, 2012; “La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP): dos Universidades, dos historias (1932-1979)”, en VV.AA., Sociedad “El Sitio”. Conferencias, año 2012 / Mª Dolores de Aspiazu (ed.), Sociedad El Sitio, Bilbao, 2013, pp. 133-168; Orígenes y creación del Festival Internacional de Santander (1932-1956), Trabajo de Investigación, Universidad de Cantabria, Santander, 2005; “Verano, franquismo y festivales”, Cultura/s, 8-VII-2007, pp. 18-19.

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-RUIZ CARNICER, Miguel Ángel: “Ciriaco Pérez-Bustamante y el mundo académico del franquismo”, prólogo a PÉREZ-BUSTAMANTE, Ciriaco, Felipe III. Semblanza de un monarca y perfiles de una privanza, Urgoiti Editores, Pamplona, 2009, pp. V-CXXX.
-SAIZ VIADERO, José Ramón: “Correspondencia inédita entre Salinas y Lastra: la Universidad Internacional de Santander”, Historias de Cantabria, 7 (1994), pp. 111 y 114.

-U. I. Revista de los Estudiantes de la Universidad Internacional de Verano de Santander (Santander), 1 (1933).

-VALBUENA MORÁN, Celia y MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito: García Lorca, La Barraca y el Grupo Literario del 27, UIMP, Santander, 1999 y García Lorca, La Barraca y el Grupo Literario del 27, UIMP, Santander, 2008.

-VV.AA.: La Reina Victoria Eugenia y el Palacio de la Magdalena, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Santander, 2011.

-VV.AA.: La Universidad Internacional de Verano de Santander en seis testimonios personales (1932-1936), introducción y selección de Antonio Lago Carballo, UIMP, Santander, 2008.

-VV.AA.: La Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la historia intelectual del siglo XX, UIMP, Santander, 2003.

-VV.AA.: Memoria de un sueño compartido: La Universidad Internacional de Verano en Santander en su 75 aniversario (Ramón Menéndez Pidal, Blas Cabrera, Pedro Salinas, Emilio Gómez Orbaneja, José Gaos), UIMP, Santander, 2010.

-VV.AA.: Mujeres con voz. Voces desde el silencio. Una historia necesaria de la UIMP, UIMP, Santander, 2010.

-VV.AA.: Palacio Real de la Magdalena. Un Palacio para Santander, Ayuntamiento de Santander, 1994.

-VV.AA.: Rehabilitación Palacio de la Magdalena de Santander, Dragados y Construcciones, S. A., Santander, 1995.

-VV.AA.: Santander y la vanguardia (1900-1960). Curso de Arte, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Santander, 1977.

 NOTAS

1 Gaceta, 24-VIII-1932, disponible en versión digital en: (www.boe.es), “Gazeta (Histórico del BOE)”, páginas (TIFF): [A01429], [A01430] y [A01431]. El Decreto fue ratificado por Ley el 5 de julio de 1933, cuando ya estaba funcionando la Institución. Ibídem, páginas (TIFF): [A00234] y [A00235]. El Decreto también puede consultarse íntegramente en Madariaga de la Campa y Valbuena Morán, La Universidad Internacional…, 1999, pp. 217-221. 

2 BOU, Enric: Pedro Salinas. Cartas a Katherine Whitmore. El epistolario secreto del gran poeta del amor, Tusquets, Barcelona, 2002, p. 224.

3 Informe sobre política exterior, realizado por Madariaga en 1932 a petición del Ministro de Estado. Citado por: Delgado Gómez-Escalonilla, Imperio de papel..., 1992, p. 35. 

4 DEL RÍO SAINZ, José: “Aire de la calle. Anticipación de la Universidad de Verano”, La Voz de Cantabria, 3-II-1933, p. 1, citado en Madariaga de la Campa, Santander y la..., 1983, p. 81.

5 El Cantábrico, 2-VIII-1932, pp. 1 y 2, citado en Madariaga de la Campa y Valbuena Morán, La Universidad Internacional…, 1999, p. 228.

6 Gaceta, 24-VIII-1932 (disponible en versión digital en: (www.boe.es), “Gazeta (Histórico del BOE)”, páginas (TIFF): A01429, A01430 y A01431. También puede consultarse íntegramente en Madariaga de la Campa y Valbuena Morán, La Universidad Internacional…, 1999, pp. 217-221. 

7 No se olvide que del CEH, institución creada para el desarrollo de los estudios humanísticos (Historia, Filología, Arte, Filosofía y Derecho), dependieron otros centros culturales además de la U. I. y que, no por casualidad, Ramón Menéndez Pidal, presidente del CEH, fue también el primer rector de la U. I. 

8 La JAE fue creada para el desarrollo de las ciencias experimentales y las ciencias aplicadas.

9 Discurso de inauguración de Fernando de los Ríos. MADARIAGA DE LA CAMPA, Benito y VALBUENA MORÁN, Celia: La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (1932-1936), UIMP, Santander, 1999, pp. 238-239. 

10 Téngase en cuenta que la I Guerra Mundial afectó a todas las potencias mundiales (desaparecieron estados y se crearon otros nuevos) y que tuvo un enorme impacto psicológico (10 millones de muertos), en la retaguardia y entre la población civil europea pues, no en vano, muchas de las enfermedades psiquiátricas modernas tienen su origen principal en los trastornos sufridos por los supervivientes (mutilados y excombatientes) y en la posterior transmisión de los mismos a sus descendientes. 

11 “Cooperación intelectual: Discusión general”, Diario oficial (suplemento especial), Sociedad de Naciones, Ginebra, 1933, citado por MATTELART, Armand: “Del humanismo universalista al proyecto global. Función geopolítica de la cultura”, en (http://www.infoamerica.org/teoria_articulos/mattelart1.htm) y en Le Monde Diplomatique en español, octubre de 2001. 

12 Salvador de Madariaga impartió en 1934 en la U. I. dos conferencias sobre la “Sociedad de las Naciones”. La Universidad Internacional de Verano en Santander, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes/Patronato de la Universidad Internacional de Verano en Santander, Madrid, 1935, p. 36. 

13 Declaraciones del profesor Utitz, asistente a la U. I., al diario El Cantábrico, 22-VIII-1934, citado en La Universidad Internacional…, 1935, p. 64. 

14 Nieto Pena, “Opiniones sobre la…”, El Cantábrico, 6-IX-1934, p. 1, citado en Madariaga de la Campa, La Universidad de…, 1981, p. 318.

15 Palabras extraídas del discurso pronunciado por Fernando de los Ríos en el Instituto General y Técnico de Santander, durante su visita a la ciudad. El Cantábrico, 2-VIII-1932, pp. 1-2, citado en Madariaga de la Campa y Valbuena Morán, La Universidad Internacional…, 1999, p. 226. 

16 Cursos de Verano, 1934, V Año, Casa de Salud Valdecilla/Instituto Médico de Post-gradudados, Santander, 1934, pp. 5-8.

17 Anótese que, antes de la I Guerra Mundial, The Teacher’s Guild -una asociación de profesores de Gran Bretaña e Irlanda- había impartido un curso de vacaciones en la capital montañesa entre 1900 y 1914. 

18 Un vicerrector de la Universidad de Valladolid llegó a anunciar en 1929 la existencia de un proyecto de carácter estatal llamado a hacer de Santander la “ciudad universitaria del verano” de “España entera”. Colegio Mayor de Santander. Segundo Curso. Verano de 1929, Universidad de Valladolid, 1929, p. 26. 

19 “Los grandes temas de la cultura nacional (Don Fernando de los Ríos habla a los lectores de El Sol de los planes que tiene en estudio: colaboración cultural con Francia, una Universidad Internacional en Santander y el inventario de la riqueza artística española; otros problemas)”, El Sol, 19-VII-1932, p. 1. 

20 Un Palacio cuya similitud con la estética inglesa, a juicio del historiador Javier Tusell, además del consabido propósito de contentar a la reina Victoria Eugenia, refleja un mayor grado de identificación de España con el mundo europeo latente en el espíritu de aquella generación intelectual peninsular. En definitiva un “símbolo y testimonio a un mismo tiempo del proceso modernizador español”, debido a que fue “Centro estival de la política primero, y la cultura después, nacionales”. TUSELL, Javier: “El Palacio de la Magdalena, Centro estival de la política y cultura españolas”, en VV.AA., Rehabilitación Palacio de..., 1995, pp. 2-5.

21 COROMINAS, Jordi y VICENS, Joan Albert: Xavier Zubiri. La soledad sonora, Taurus, Madrid, 2006, p. 306. 

22 Herrera Oria, en su discurso pronunciado en la Asamblea de la ACNP celebrada en Santander el 8 de septiembre de 1935, afirmó: “(…) de los cursos de verano, que aunque no son de la Asociación [ACNP], sino de la Junta Central de A. Católica, han nacido en relación con ella [la ACNP]”. HERRERA ORIA, Ángel y GUTIÉRREZ GARCÍA, José Luís: Intervenciones orales en la Asociación Católica de Propagandistas. Obras Completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2006, vol. VII, p. 516.

23 Carta enviada por Ángel Herrera Oria al Padre Justo Pérez de Urbel, el 8 de abril de 1933, para invitarle a la cátedra de Liturgia de los Cursos de Verano del Colegio Cántabro de Santander, en GARRIDO BONAÑO, Manuel: Fray Justo y los hombres de su tiempo, Abadía de la Santa Cruz, Madrid, 1983, p. 81. Por su parte, Pérez de Urbel (1895-1979) –“Fray Justo”- pertenecía a la Orden Benedictina y entre los años 1931 y 1936, debido a su condición de colaborador estrecho de Herrera Oria, desarrolló una actividad muy intensa para la ACNP. Su destacado perfil intelectual –historiador, gran conocedor de lenguas antiguas y modernas, investigador, escritor y conferenciante- le permitió mantener frecuentes relaciones con personajes destacados de la cultura española como Ramón Menéndez Pidal, Dámaso Alonso, Manuel de Falla, Gregorio Marañón, Rafael Alberti, Claudio Sánchez Albornoz o Gerardo Diego, entre otros. Ibídem, pp. 5-16.

24 Ibídem, p. 82. 

25 El 27 de noviembre de 1933, apenas tres meses después de los primeros Cursos de Verano católicos en el Colegio Cántabro, Herrera Oria envía una carta al Padre Justo en la que, además de informarle del visto bueno dado por la Conferencia de Reverendísimos Metropolitanos al proyecto presentado por la Junta Central de Acción Católica para la creación de una Universidad Católica en España, le invita a formar parte de la Comisión Académica que se encargará de organizar las Facultades de Filosofía y Teología, y le cita a la primera reunión que tendrá el 4 de diciembre. Posteriormente, los días 18 y 19 de enero de 1934, Herrera Oria envía sendas cartas al Padre Justo con documentos referentes a la proyectada Universidad Católica. Su implicación en el proyecto fue grande ya que, unos días antes de estas misivas, Alberto Martín Artajo, Secretario General de dicha Junta Central y también estrecho colaborador de Herrera Oria, le había expresado –carta fechada el 11 de enero- el deseo de que para la próxima edición de los Cursos de Verano, además de continuar como responsable de la cátedra de Liturgia, asumiera la tutoría de los alumnos internos, las lecciones preparatorias de las excursiones y unas conferencias sobre la “Selección de lecturas” para las mujeres del Instituto Femenino (incluido dentro de los Cursos de Verano Católicos de Santander). Ibídem, pp. 82 y 86. 

26 El Diario Montañés, 29-VI-1933.

27 Ibídem

28 SEGOVIA DE ARANA, José María: “La medicina”, en VV.AA., La Universidad Internacional…, 2003, p. 336; Cursos de Verano, 1934, V Año, Casa de Salud Valdecilla/Instituto Médico de Post-gradudados, Santander, 1934, pp. 3-6.

29 DE LA PEÑA, Consuelo: “Soy investigador gracias a Santander y a la UIMP”, El Diario Montañés, 6-VI-2012, p. 4. 

30 Proyecto de cuyos inicios ya se había informado en la misma publicación en otra editorial y un artículo aparecidos en 1950, en los que ya se llamaba la atención de los empresarios y las autoridades locales sobre “la enorme trascendencia” que su “definición de una manera terminante” podía significar el futuro de la ciudad. “La Universidad Internacional y Santander”, Economía Montañesa, 42 (1950), p. 1; “Santander, capital de verano de la vida universitaria y cultural española”, ibídem, pp. 2-4. 

31 Al menos, así se puede entrever en el contenido de un par de párrafos que dicen: “Hasta aquí, el resumen del proyecto de la Universidad Menéndez Pelayo. No tiene este trabajo, en absoluto, el carácter técnico que justifique la inclusión en este lugar de los detalles relacionados con los materiales a emplear. Hemos tratado de dar una somera idea de lo que el plan abarca. Ahora cabría formularse una pregunta, que es la siguiente: una vez realizada la obra, en funcionamiento durante los meses de verano esta modernísima institución docente, ¿no podría pensarse en ampliar la vida activa de ella, extendiéndola. también a los meses de invierno?”. “La Universidad Internacional de Verano”, Economía Montañesa, 55 (1952), pp. 2-7 y 26-27, citado en Madariaga de la Campa, Santander y la…, 1983, pp. 97-106.

32 MARÍAS, Julián: “Verano de 1934”, en (www.filosofia.org/hem/199/19960815.htm).

33 Tengamos en cuenta que el 10 de mayo de 1933, cuando apenas se llevaban tres meses y medio de la llegada de Hitler al poder, acontecieron, delante de la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín y en presencia de Joseph Goebbels -ministro de Ilustración Popular y Propaganda del Reich-, las primeras piras de libros. Tres años más tarde, los libros arderían también en España. Atrocidad que sirve de punto de partida a la novela del escritor gallego Manuel Rivas Los libros arden mal (Alfaguara, Madrid, 2006).

34 El profesor Schindler, de Zurich, llamó a España, tras su experiencia en la U. I., “feliz mediador en un momento de angustia para Europa”. Esta cita y los entrecomillados del párrafo están tomados de Gómez Orbaneja, “La Universidad Internacional…”, Revista de Occidente, 126 (1991), pp. 62-63. El párrafo contiene también una idea extraída de PÉREZ-VITORIA, Augusto: El fin de una gran esperanza. 1936: El último curso en la Universidad Internacional de Verano de Santander, Amigos de la Cultura Científica/Centro de Investigación y Estudios Republicanos (CIERE), Madrid, 1989, p. 32.

35 Sánchez Ron, “El Rector Blas…”, en VV.AA., Memoria de un…, 2010, pp. 135-136. La carta también se puede consultar íntegra en su libro Cincel, martillo y piedra (Taurus, Madrid, 1999), pp. 308-311. 

36 “Información General”, en Curso de verano para extranjeros en Santander (España), Ministerio de Educación Nacional, Santander, 1939, s/n. 

37 Para saber más, véase FERERR CAYÓN, Jesús: La instrumentalización política de la cultura durante el primer franquismo: la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y el Festival Internacional de Santander (FIS), 1945-1957, Tesis doctoral, Universidad de Cantabria, Santander, 2012, pp. 155-180, [en línea] http://www.tdx.cat/handle/10803/80772

38 U. I. es el acrónimo empleado por el poeta y profesor Pedro Salinas, secretario general de dicha institución de la que había sido, junto al ministro socialista Fernando de los Ríos Urruti, el principal ideólogo. 

39 Refundar, según acepción del Diccionario de la Lengua Española elaborado por la RAE, es “volver a fundar algo, revisar la marcha de una entidad o institución, para hacerla volver a sus principios originales o para adaptar estos a los nuevos tiempos”. En (http://lema.rae.es/drae/).

40 Sobre el mundo del pensamiento, la educación y la pedagogía españolas, véase VIÑES MILLET, Cristina: La cultura en la España contemporánea, Edelsa, Madrid, 1986, pp. 20-35 y 94-95. 

41 ORTEGA VALCÁRCEL, José: “La nueva sociedad: la sociedad de masas”, en VV.AA., El siglo de los cambios. 1898 Cantabria 1998, Caja Cantabria, Santander, 1998, p. 248. 

42 Recrear: crear o producir de nuevo algo. En (http://lema.rae.es/drae/). 

43 Herrera Oria en su conferencia en el Círculo de Estudios del Centro de la ACNP en Madrid, celebrada en diciembre de 1945, en la que daba cuenta de su reciente viaje realizado por Italia, Suiza y Portugal. Herrera Oria y Gutiérrez García, Intervenciones orales en…, 2006, Tomo VII, pp. 556-557.